martes, 10 de agosto de 2010

Un cuento casi sufí

Recogí a un vagabundo en la carretera. Me arrepentí enseguida. Olía mal. Sus harapos ensuciaron la tapicería de mi coche. Pero Dios premió mi acto de caridad y convirtió al vagabundo en una bella princesa. Ella y yo pasamos la noche en un motel. Al amanecer, me desperté en brazos del maloliente vagabundo. Y comprendí que Dios nos premia con los sueños y nos castiga con la realidad.

>>Gonzalo Suarez<<


1 comentario:

  1. hola!!
    muy buen blog! sigue asi..fomentando a la cultura! un fuerte abrazo!

    ResponderEliminar