UNA TRAVESÍA AL CORAZÓN DE LA HUMANIDAD
Una de las grandes motivaciones para soportar el paso de los días, es la sorpresa.Ignorar hacia donde nos dirigimos. A que lugar nos llevaran los pasos que ahora emprendemos. Porque aun cuando tomemos todas las previsiones para acabar en un lugar determinado, la existencia parece reírse de todas ellas.
Quizá gran parte de los seres humanos busquen éxito , fama y riqueza, pero solo al final del camino sabremos lo que verdaderamente representa la sustancia de la vida. Como parece decirnos José Saramago desde El viaje del elefante.
El camino emprendido por Salomón, el elefante, a través de miles de kilómetros desde Lisboa hasta Viena por el capricho de un Rey. El Monarca Juan III le regalo a su primo el archiduque Maximiliano de Austria este paquidermo. Sólo que al buen Rey se le ocurrió mandar a puro golpe de pata al animal, en compañía de una pequeña comitiva y en medio de uno de los inviernos mas crudos de Europa.
El capricho del monarca lusitano ocasiona que toda la caravana trate de salvar numerosos barrancos, peligrosas ladera e intrincados bosques... y eso con un animal de varias toneladas marcando el paso.
Con una narrativa rezumando plena madurez, Saramago nos coloca en el centro de esta aventura, pero como ya es costumbre en su obra, no se contenta con el relato lineal, sino que va sembrando en el camino diversos cuestionamientos, incluso teológicos. En un pasaje de la novela, por ejemplo, cuando la comitiva llega a las afueras de un pueblo, el comandante de la tropa que acompaña a la bestia pregunta al conductor del paquidermo sobre su religión y este le cuenta sobre Ganesh, el dios elefante, mientras cuestiona al comandante que si cree en la versión de un hombre que murió y resucito al tercer día, no veía porque no creer en un relato sobre un dios con cuerpo de hombre y la cabeza de este animal.
El renombrado autor lusitano también se permite introducir un enigmático personaje, puesto que no tiene que ver con la trama, y que esta perdido en medio de la niebla. Si no encuentra pronto el camino que lo saque de en medio del bosque, seguramente morirá. Sin embargo parece resignado a esto ultimo que, lejano, oye el barrunto del elefante. Una. Dos. Tres veces. Lo que le indica el sendero a seguir. Habrá quien quiera ver en este personaje al propio Saramago, recién salido de una grave enfermedad. O quizá sea una metáfora sobre lo perdido que estamos los humanos para encontrar nuestro camino. Que el lector saque sus propias concluciones.
Lo cierto es que Jose Saramago ha escrito una novela única no solo por su acostumbrada maestría narrativa, sino porque en esta maravillosa historia esta presente un elemento novedoso en la obra del Nobel: el humor.
Acompañemos, pues, a Salomón en esta travesía que mas que ver con los animales, es un viaje a profundidad al corazón de la humanidad. (Proceso 1682)