jueves, 2 de septiembre de 2010

Hemos probado caer con paracaídas, poner colchones amontonados, almohadas, rutinas, todo para absorver los golpes en contactos dulzones y suaves, hemos usado guantes, trapos, rumores, todo para no quemarse las manos y seguirlas presumiendo de bellas.

No se si deba perturbarme el negro del cielo a las dos de la tarde, pero igual uso gafas grandes tintadas y me formo en la fila.

Siempre con la esperanza de que no todo sale como se planea, incluso esto, incluso en lo que los enormes minuciosos se empeñan y se descarnan por encaminar.

Siempre hay algo, alguien, cosas que brincan cuando no sabían, siempre hay versos que ensucian donde no querían, siempre hay labios que besan donde no podían, siempre hay locos que escriben cuando no debían.

Siempre hay flores con espinas y manos dispuestas a hacerse daño, siempre hay palabras dispuestas a sufrir malas ideas, siempre hay lenguas duras y pieles suaves, siempre hay uñas negras para heridas transparentes, siempre hay soles para miopes músicos, siempre hay sabanas para magos solitarios, siempre hay dulces para quemar posibles sonrisas y siempre hay verdes para azules y azules para colchones grandes.

Siempre hay algo, alguien, cosas...